Ismael Serrano "P�jaros En La Cabeza" |
Miraba a la ventana y so�aba con ser un astronauta pisando la luna y el cielo lo cruzaban galeones, delfines, cometas, fal�as. Y en la pizarra el profesor dictaba los teoremas. En su cabeza sonaba el canto de un gorri�n, p�jaros en la cabeza. Sal�a siempre tarde castigado por no estar nunca donde debiera y en casa le esperaban el tedio y la comida servida en la mesa. De fondo el rumor de un televisor y madre suspirando. "�D�nde andas hijo mio? Siempre en las nubes," y nadie escucha el telediario. P�jaros en la cabeza y volar a donde las ventanas siempre est�n abiertas, donde el humo de tus pasos nos ense�a a vivir. P�jaros en la cabeza y so�ar que a�n contar� rel�mpagos contigo, aunque el tiempo y la arena escondan el camino hasta ti. El tiempo pas� y todos crecimos -bueno, no todos, algunos segu�an mirando por la ventana y sobrevolando la moqueta azul de la oficina. En el trabajo a�n se perd�a en las selva de sus sue�os y un grito le nombraba, le ara�aba y romp�a el dulce sortilegio. Madre a�n segu�a sirviendo la sopa, "�Cu�ndo sentar�s la cabeza? Un d�a la abriremos y bandadas de cotorras escapar�n de ella". �l sonre�a sin dejar de mirar por la ventana, so�ando mundos mejores, lluvias que ca�an sobre parejas que se amaban, claveles en los fusiles, barcos que sueltan amarras, luces de faros, besos de mujeres que nunca, nunca le miraban. P�jaros en la cabeza y volar a donde las ventanas siempre est�n abiertas, donde el humo de tus pasos nos ense�a a vivir. P�jaros en la cabeza y so�ar que a�n contar� rel�mpagos contigo, aunque el tiempo y la arena escondan el camino hasta ti. Una ma�ana de enero nuestro hombre se subi� a lo alto de la Torre Espa�a para ver si al morder el azul gris del cielo los p�jaros callaban. Mirando absorto la ciudad, ni el rumor de su pecho escuchaba, ni a madre, ni al televisor, ni a la oficina, s�lo un lejano batir de alas. Cuando nos quisimos dar cuenta nuestro chico hab�a desaparecido. Nadie en lo alto de la torre lo vio abandonar la sombra gris del edificio. Nadie lo vio caer al suelo, nadie oy� sus carcajadas, s�lo el sonido de cien p�jaros -o alguno m�s- escapando de sus jaulas. Nada se supo de este so�ador, del canto de sus aves, hasta que llegaron cartas, retazos de sus alas en forma de postales. P�jaros en la cabeza y volar a donde las ventanas siempre est�n abiertas, donde el humo de tus pasos nos ense�a a vivir. P�jaros en la cabeza y so�ar que a�n contar� rel�mpagos contigo, aunque el tiempo y la arena escondan el camino hasta ti. P�jaros en la cabeza y volar a donde las ventanas siempre est�n abiertas, donde el humo de tus pasos nos ense�a a vivir. Lyric from www.lyricmania.com |